Sunday, September 17, 2006

Las Atrocidades del Amor


Hace muchos años en un pequeño y lejano pueblo, vivía un jovencito al que todos llamaban "Amor". Era un joven muy apuesto y siempre dispuesto a ayudar a los más necesitados. Una mañana merodeando por las calles del pueblo, Amor se encuentra a un mendigo, quién le pide que por favor lo libere de sus penurias y lo ayude a se un hombre útil a la sociedad, además de que ya no se siente a gusto pidiendo limosnas en las calles. Sin esperar mucho Amor le concede el deseo al mendigo; zasss y este se convierte en todo un apuesto caballero con muchos deseos de trabajar. Pasan los días y el caballero acude nuevamente donde al joven amor, pero esta vez para culparlo de haberlo convertido en un hombre de trabajo, cosa que no le gustaba pues prefería ganarse la vida como mendigo, decía: "el trabajo es algo para lo cual no estoy acostumbrado y como mendigo me gano el dinero más fácil".

Unos días después, un señor de no menos de 90 años, de igual forma acude a Amor para hacerle una petición especial. -Joven Amor, quisiera que me impregnes de aquella pasión de aquellos años mozos, de la cual ninguna joven doncella podría resistirse.- Amor por igual le concedió su deseo. A los pocos día vuelve el viejito encolerizado porque no había podido conseguir su cometido, en cambio lo único que podía conseguir eran las burlas de las hermosas doncellas, les decían: "pero cómo es que puede usted pensar que una joven tan hermosa como yo pueda estar con tantas jorobas como las que usted, por favor".

En otra ocasión, un ciego que había estado toda su vida junto a la mujer amada. A la que siempre deseo ver su cara, le pidió a Amor que le devolviera la vista y así poder a su tan amada mujer. Pues Amor le concede su petición. El ciego ve su a querida mujer y le parece fea y horrible, aborreciéndola para siempre. Al sentirse solo y abandonado, decide acudir a ver al joven Amor para culparlo de las penurias que le causó el haberle devuelto la vista, encontrándose con una realidad de la que era preferible nunca haber visto, pues amaba su esposa y quería recuperarla.

En uno de esos días en que se encontraba el joven Amor paseando por las calles, una mujer lo interrumpe para pedirle le conceda un deseo muy anhelado. Quería convertirse en una mujer deseada por todos los hombres, pues estaba cansada de vivir de manera rutinaria siempre en los cuidados de su marido e hijos. Así fue, Amor le hizo su deseo realidad, la convirtió en una hermosa y elegante doncella la cual todos querían poseer y poseían. Su marido y los hijos deciden abandonarla, pues su incontrolable deseo la ha hecho convertirse en una de las cortesanas del pueblo. Visto esto, la mujer llora desconsoladamente arrepentida por lo que ha hecho dándose cuenta que ya es muy tarde para poder recuperar lo perdido. El desconsuelo y los sollozos despiertan la curiosidad de los demás pueblerinos, entre ellos los que ya habían pedido deseos al Joven Amor, estos deciden unirse a la mujer y acusar formalmente al joven Amor y llevarlo a la corte suprema, presidida por el Rey. -A ver pueblo mio, qué sucede aquí, dice el Rey-. Pues verá su majestad, estamos frente a usted porque tanta injusticia no puede quedar impune. Ese Joven ahí sentado ha hecho las más viles atrocidades a nosotros y queremos justicia, dice el mendigo. Me convirtió en un hombre útil y trabajador y yo quería seguir ganándome la vida como mendigo. Llega el turno del viejo que dice: Me hizo sentir más joven, despertando en mi pasiones ya dormidas para cortejar y enamorar a las hermosas doncellas del pueblo y lo único que conseguí fueron burlas, mi señor.

Es el turno del ciego, quien también cuenta su historia seguido de la mujer, abandonada por su familia por haberse convertido en cortesana. -Verá su majestad, mi familia era muy unida, nos adorábamos. Yo sólo quise sentirme un poco más bella, hermosa y deseable. Como toda una dama de la alta sociedad, a quien los hombres pudieran admirar, pero llegó a mi este infame jovencito con cara de ángel que al igual que a mi, nos concedió nuestros deseos y sufrimos hoy las consecuencias-. El Rey decide llamar al acusado, dice: ¿Es cierto todo lo que dice esta gente? Porque tienes cara de no hacerle daño ni siquiera a una mosca. -Sí, su majestad, absolutamente todo es cierto, dice Amor- ¿Quieres decir algo en tu defensa antes de dictar sentencia? pregunta el Rey- No, su majestad, lo que usted diga se hará.

Por el poder que me confiere esta corona, procederé a dictar sentencia: Por todas las acusaciones que se te hacen, las cuales haz confesado ser culpable serás decapitado este jueves en la plaza del pueblo, dijo el Rey. La algarabía y el júbilo no se hicieron esperar en la corte después de la sentencia dictada por el Rey. El jueves, tal como se había dicho estaban todos reunidos en la plaza a la espera de la ejecución de Amor, a quién un encapuchado cortaría su cabeza. -Antes de que me cortes la cabeza, ¿puedo saber como te llamas? le pregunta Amor al encapuchado y este responde: Me llamo "Indiferencia", cuando estés listo procederé a cortarte la cabeza. Amor coloca su cabeza sobre el tronco y de un hachazo la cabeza cae y rueda por el piso. Hubo un silencio casi de sepulcro, segundos más tarde se escuchó una risa en forma de carcajada, como un estruendo pero nadie volteó a mirar, porque la estupidez siempre se reía de esa forma.


Este cuento de la autoría del Sr. León David. Lo leí hace muchos años en una sección especial del Periódico El Siglo, en la que él escribía. No es exactamente lo que escrito por él, traté de escribir tal como lo recordaba. Espero que lo disfruten.

PD. Si quieren dejar comentarios, lo pueden hacer a través del anónimo.

1 comment:

G.Castro said...

pero algo le falta verdad??
me dejaste asi O_o ....... !!